HUELVA, 17 DE SEPTIEMBRE 2024.
No al artesano de Jijona. Al del artista Petrimoncloa. La mayoría de analistas de la actualidad, entre los que me incluyo, tropezamos en la misma ”Pedra”. Sánchez no es cocinero ni chef ni camarero de sala. Sánchez es un trujamán que vende patrias como el mercachifle que trasporta a drogotas a la cañada real. Compra votos a traficantes de escaños. La presidencia que ostenta es su única plataforma de subsistencia económica. El sustrato moral nunca lo tuvo.
Un lustro atrás. Todos pensábamos que el delincuente autor del pucherazo de Ferraz tenía los días contados. Erramos. Reflexionamos, estúpidos, en do mayor. Salvo A. Rivera y E. Arroyo, grandes prosaicos, metimos la pata. Y en el desacierto proseguimos cuales líricos descafeinados. Ahora se insiste en que el mercachifle no se comerá el turrón. Lo disfrutará degustando licor de crema catalana en el restaurante vasco de Otegi. Despejo cualquier duda al respecto.
NOTA. Una hecatombe como la pandemia, una corrupción familiar como la de su esposa y hermano, el apoyo a las dictaduras marroquí y venezolana y el sinfín de cocadas que ornan a su gobierno, no hacen mella en el sujeto. De qué viviría si decayera su espíritu de pirata. Dónde irían los individuos y las individuas de su guardia pretoriana. Antes ladrones que pobres. No pueden desperdiciar el beneficio inherente al dominio del Estado español. No lo harán…
…Y COROLARIO. Cuando la democracia descansa en la balanza de las peores personas y desdeña los valores y las capacidades de las mejores, ocurrirá como en países donde los Maduro y los Sánchez mandan. Es violada.
RECORDATORIO. Platón enfatizaba (“República”, libro VI) sobre el riesgo de que una votación fuera manipulada por los candidatos al gobierno. Es el caso. El Estado no puede estar regido por desaprensivos ignorantes.
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