HUELVA, 23 DE ABRIL 2024.
Sobre 75 escaños, el soberanismo vasco se ha llevado 67. Los constitucionalistas se quedan con 8. La aritmética es tozuda. PP y VOX son partidos residuales en la España descuartizada del País Vasco. A la diáspora de cientos de miles causada por ETA, sucederá la extinción política de otros cientos de miles auspiciada por Sánchez, el gran desfacedor. No queda una persona que se proclame española y viva para contarlo. Lo constataremos en breve.
La conminación “o la bolsa o la vida”, propia del gánster, es sustituida por la amenaza del ladrón en versión supremacista: “La bolsa y la vida en Euskadi o sin bolsa ni vida”. No es un asunto personal de codicia. Se trata de un imperativo categórico contra Kant: “El destierro de los no vascos es una acción buena, aunque carezca de razón y, lejos de ser universal, predique el triunfo de lo tribal”. Escandaloso. Es el triunfo del chamán que cambia dinero por vida terrena.
NOTA. Retrocedemos hacia el tiempo más oscuro del alto medievo. La usura no liberará a Otegi del infierno que preconizaba el pantocrátor. Para qué la vida eterna si él blinda su paraíso al socaire de los peajes que recibe del impostor de Moncloa. Las elecciones vascas hacen del ciudadano un ser sometido a la violencia. Debe elegir entre abrazar la religión soberanista o portar la insignia rojigualda del sionismo patrio. No hay razón pura. Sólo violencia indudable…
…Y COROLARIO. A juicio de Gloria Totoricagüena, para ser vasco hay que hablar el idioma propio y para alcanzar la total autonomía, nada más efectivo que la violencia. Sánchez ha de saber que “quien a hierro mata, a hierro muere”.
RECORDATORIO. Secuaz de Sabino Arana, Sánchez ha consumado el pensamiento del racista: “Unidas las tres regiones vascas más Navarra, la independencia será un hecho”. No pudo ser en el siglo XX. Será en el XXI.
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