HUELVA, 1 DE MAYO 2024.
Yolanda Díaz me aflige. Sin coña. Se creyó la paloma de Alberti. Desorientada, sin norte, sin familia, sin esencia de mujer. Vaticiné, meses atrás, su futuro repudio gubernamental. Quiso ser Begoña y salió femenina. Buscó el mar y se quedó en taponador sedimento de aluvión. Sus compañías la condujeron al precipicio. La gallega dulce tornóse agria. Sola en el redondel de su laberinto. Despreciada. Próxima a la hoguera del desencanto y el odio de los más suyos.
Cara al sol, Yolanda bronceada. De espaldas a su instinto de animal desvalido. Soñó ser. Ni siquiera superó el estar. Pudo ser pantera. En su cacería corren “monteras” y calviños. Su ropa vieja es el corsé de una ideología mostrenca. Como la camisa nueva que ayer bordó de rojo. Es la Cristina Almeida de la chivata foto con Piñar Pedro. Reina en el país del percebe hecho fémina. La envidia es tiña. La zafiedad desentona. La burla ajena exulta a quienes la odian.
NOTA. No mienten la soga en casa del ahorcado. Ni la ropa vieja en Chanel. Millones de pobres publicitan el diseño de los tejidos nuevos, y baratos, de Amancio. No los vistan, infelices, con los restos de su creciente depresión. No aniquile, Yolanda, la moda rápida. Reme a favor de los vulnerables. Deje de restar libertades y de sumar imposiciones. La sensibilidad personal, familiar y política se mide por la insignificancia de estafador Che de Moncloa. Deje vivir…
…Y COROLARIO. La economía circular habla de reciclar, no de sacrificar. Bastante daño hace con la vieja política de los caciques gallegos. La camisa nueva, como la de Pedro y la de Blas, la identifica. Yoli.
RECORDATORIO. Sus aires populistas denotan hipocresía y electoralismo. La vida destapa su doble cara y los votantes no fluyen en sus urnas. Toca pensar si Pablo volverá.
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