HUELVA, 16 DE OCTUBRE 2024.
Esta mañana, como otras, me siento a escribir con la incógnita de si el tema elegido será, o no, de tu agrado. Tenía dos asuntos para elegir y me he decantado por “el anhelo de crecer y volar” que llevamos dentro desde niño…
¿Verdad que sí?. Nadie, con pleno juicio, se contenta con vivir a rastras, cuando su vocación es volar, como Juan Salvador “Gaviota”. Luego, la vida nos da lo que le pedimos (a nivel inconsciente). Y nos sorprendemos de lo que obtenemos.
No consigues lo que te merece, sino lo que crees que te merece. Por tanto, la cuestión no es poder, sino creer que uno puede. Esta es mi filosofía de vida, para no dejar de teclear todos los días. Lo asumo como una responsabilidad, me convierto en “el capitán de mi vida” y sé que nadie lo va a hacer por mi.
LAS CICATRICES DE LA VIDA TIENEN SU ENCANTO
Repito: la cuestión no es poder, sino creer que uno puede. Y con esta idea, grabada en mi mente, he transitado por mi vida. Tú que me lees, seguro que coincidirás conmigo. Pero, en el caso de que no fuera así, te invito a modificar la idea que tienes de ti mismo.
Darte valor (amor propio) y tu vida empezará a cambiar. No sólo a creer que tú puedes, sino a aprender a ver las cosas bellas de la vida. El mundo está lleno de sufrimientos, pero rebosa de personas que los han vencido y en su lucha descubrieron algo valioso.
Termino: La vida, para ser entretenida y atractiva, ha de tener un reto -cada uno en sus dosis y posibilidades personales -, porque, de otro modo, la vida se vuelve insípida y aburrida.
Eso si, debemos saber que cualquier reto implica un riesgo, sinónimo de valentía.
Asociada a las derrotas, porque no siempre las cosas salen bien, como nosotros queríamos.
Pero, amiga/o, las cicatrices de la vida tienen su encanto y dan forma e identidad a quienes somos.
¡BUENOS DÍAS!
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