HUELVA, 30 DE MAYO 2024.
La legislatura de Sánchez se mueve entre dos búnkeres: el mamotreto del general Gª Ortiz y la chapa podrida de Pumpido. Son una versión blanqueada de Jaime Milans del Bosch y de Alfonso Armada. La fiscal jefa de Madrid hace de la desobediencia al tribunal un juego de caciques. Todos desafían al poder judicial. Los que defienden el fuerte de Baler de la democracia son los últimos de Filipinas. Los insurrectos están armados hasta los podridos dientes.
Qué diferencia a un golpista de 1982 de un sedicioso del Ministerio Fiscal. Ni artículo 27 del Estatuto ni uvas pasas. Esto no acabará en el despacho del sucesor de la garzonista Delgado. Lo hará en la Junta de Fiscales de Sala. Situación que pone de relieve el desamparo y la indefensión de la ciudadanía. Ortiz y Pumpido se pasan el art. 118 de la Constitución salvas sean sus partes. Ni cumplen resoluciones firmes del juzgado ni promocionan la justicia.
NOTA. La lenidad de trato con Begoña chirría con la dureza con que se arremete contra Ayuso. El caso de revelación de secretos del novio de la presidenta de Madrid se carga la efectividad del art. 24 de la Constitución. El fiscal general, principal involucrado, dispensa puntapiés a la tutela judicial efectiva. Su intento, fallido, de recusar a cuatro magistrados del Supremo es propio de abogados de terroristas. En esta España de “cerrado y sacristía”, guárdenos Dios…
…Y COROLARIO. El anclaje de Gª Ortiz a su cargo institucional, aparte de esperpento, dolor. Condenado por desviación de poder, se empecina en el descamino.
RECORDATORIO. El Pleno del Consejo General del Poder Judicial lo tachó como inidóneo. Impertérrito, ahí sigue. ¿Hay, o no, golpe al Estado de Derecho?
Por errata, donde dice 1982, ha de decir 1981.