HUELVA, 30 DE ABRIL 2024.
Hace unos días recibí tres fotos que me han retrotraído setenta años de mi vida y me han llevado a hacer un comentario de las mismas. Lo primero, decir que, al verlas, sólo pude exclamar: ¡¡Ohhhh….!!. Segundo, las fotos eran la primera vez que las veías. Pues no las tengo en los álbunes familiares. Tercero, me ha llamado la atención ver a mi buen padre, escoltado por dos policías urbanos, en el lugar más humilde de Huelva.
Cuarto, también me ha impresionado verme, con diez años, (más derecho que una vela), junto a un amigo del lugar, a quien, siendo mayor en edad, le saco medio cuerpo de altura.
Quinto, le agradezco a mi padre (en las marismas del cielo) que me llevara a una de las zona más deprimida de la ciudad, con sólo diez años, para conocer las pésimas condiciones (chozas) en la que vivían mucha gente de Huelva.
HA CAMBIADO PARA MEJOR
Ayer, con las fotos en mis manos, me he acercado al mismo lugar, conocido como el “chorrito alto” y ha cambiado, para mejor. (Imágenes ilustrativas)
No hay chozas, ni infraviviendas. Desde el mirador del cabezo del Conquero se puede contemplar un paisaje maravilloso de las marismas, la ría y puestas de sol (Imágenes ilustrativas).
¿Quién le iba a decir a mi padre que el niño de pantalón corto, azul y camisa remangada, sería alcalde de Huelva, 20 años?
Tampoco se podía imaginar de que, su hijo, transformaría urbanísticamente las barriadas de Cardeña y Marismas del Odiel, tras las inundaciones.
Facilitando viviendas gratis a quienes vivían en pésima condiciones en la zona de la ciudad, antiguamente llamada: “Chorrito bajo”. La moraleja de la historia nos enseña que los padres deben educar a sus hijos, desde pequeño.
No sólo mostrándole la cara amable y cómoda de la vida, sino también la dramática y dura realidad. Como era, hace 70 años, la de los vecinos del “Chorrito alto” y el “Chorrito bajo”.
¡BUENOS DÍAS!
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