HUELVA, 3 DE SEPTIEMBRE 2024.
Juristas al servicio del Estado, sí. Fiscales del Estado, también. Personal defensor de la Administración, sin duda. Letrados de lo público, sin pestañear. Ora: la realidad nos muestra el triunfo de la espiral de un despotismo sin lustre. Que Sánchez, Gobierno, se identifique como España, Estado, es la sinécdoque institucional perfecta. La parte se apodera, por sus santas narices, del todo. Su ministra de Hacienda reedita a sabiendas la política sin conciencia de Fouché.
La Administración sanchista se ha despojado de la modernidad, de la trasparencia y de la austeridad. Nada de dar respuesta (Ley 52/1997) al mandato constitucional sobre asistencia jurídica al Estado. El Estado no es el pueblo soberano que ha sido “embegoñado” por los verdugos de su camarilla tailandesa. El presidente es el único soberano. En su esquizofrenia paranoide, actúa como rey sol. Él, un sin techo sobre un asteroide mortífero. Él, un rompedor de pucheros.
NOTA. María Jesús Montero, palafrenera de corte, “EREmita” de la escuela de Fouché, posee la habilidad siniestra de éste. Comparte, como hermanos de jeta, su capacidad traicionera. Miente mil veces, engaña otras tantas, promueve el golpismo del Estado contra el Estado y lidera purgas y destierros sin solución de continuidad. Ha colocado a la fiscalía y a la abogacía del Estado en el rincón oscuro del arpa. Si Rey David Pedro tira el arpa, Mª Jesús, genuflexa, la toca…
…Y COROLARIO. Mª Jesús, Pedro y la “climática” Rivera aplican lo que Zweig escribió sobre Fouché: aprendió de la Iglesia “la técnica del saber callar, la auto ocultación, la observación de las almas y la psicología humana”.
RECORDATORIO. Blindada la fiscalía, Pedro se garantiza la abogacía general. El principio legal de necesidad no está justificado por el interés general. Prima el interés particular del déspota.
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